Ayutthaya se encuentra a unos 85 km al norte de Bangkok, y
se puede acceder tanto por bus, minivan o tren. La antigua capital es famosa
por sus ruinas históricas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Se suelen realizar
excursiones de un día desde Bangkok, pero en nuestro caso optamos por pasar dos
días, aprovechando para disfrutar también de su famoso mercado flotante.
Nada más bajarnos del tren, tomamos un tuk-tuk para que nos
llevara a la calle principal donde se encontraban la mayoría de las Guest Houses de la ciudad. Tras echar un vistazo a varias habitaciones decidimos alojarnos
en Tony’s Place (la qué más nos gustó de todo el viaje). No les quedaban
habitaciones económicas, pero nos encantó tanto que decidimos permitirnos un
“capricho” y pagar unos 700 bht (16€) por la habitación. La guest house contaba
con un restaurante al aire libre, en el cual había música en directo todas las
noches, una agradable piscina y un personal que nos dejo con las ganas de
quedarnos un par de días más en la ciudad.
Tras dejar los macutos, nos dirigimos a alquilar un par de
bicicletas, que tan solo nos costaron 40 bht (1€) al día! La mayoría de los
viajeros coinciden en que la mejor forma de disfrutar de las ruinas es
realizando tu propia ruta en bicicleta, disfrutando sobre todo, de su puesta de
sol.
Fue una experiencia maravillosa recorrernos las ruinas
montados en nuestras bicis, disfrutando del paisaje, zonas verdes, canales y
pequeños puentecitos de madera que conectaban las diferentes áreas.
Se nos hizo de noche muy rápido. Anteriormente, había leído en nuestra
guía que debíamos tener cuidado con las jaurías de perros que patrullaban las
ruinas al anochecer. Bien, no nos lo tomamos muy en serio hasta que, llegando
al último templo que nos quedaba por visitar, escuché un perro ladrar detrás
de mi, me giré y vi como nos acechaban cuatro perros con pinta de hambrientos.
Nuestro instinto fue acelerar el ritmo, pero los perros no se quedaron atrás.
Nos asustamos bastante ya que estaba bastante oscuro todo no había nadie
alrededor.
Finalmente todo acabó bien, cuando vimos un guardia al final del camino que salió corriendo hacia nosotros al ver que teníamos los perros detrás para espantarlos. Al final pudimos disfrutar de las fantásticas ruinas del templo y tomar algunas fotografías nocturnas.
Finalmente todo acabó bien, cuando vimos un guardia al final del camino que salió corriendo hacia nosotros al ver que teníamos los perros detrás para espantarlos. Al final pudimos disfrutar de las fantásticas ruinas del templo y tomar algunas fotografías nocturnas.
Y bien, tras nuestro completo día, volvimos a nuestra habitación,
nos pusimos el bañador, bajamos al restaurante para pedir algo de beber y un
poco de fruta y nos relajamos en la piscina después de nuestra intensa jornada J
Segundo día
Tras nuestro super desayuno en el restaurante de la Guest house, decidimos cambiar
nuestra habitación a otra más económica, que ahora sí, estaba disponible. Esta
nos costó unos 500 bht (11 €), en el mismo Tony’s Place.
Cogimos nuestras bicicletas y el mapa, y nos aventuramos a
buscar el famoso mercado flotante. Tardamos una media hora aproximadamente pero mereció
la pena. Este parecía una auténtica feria más que un mercado. Innumerables
puestos callejeros sobre pasarelas de madera junto al agua, actividades de
paseo en elefante, tigres adormilados de exposición para fotografiarse con
ellos, ovejas que esperaban a recibir un biberón de parte de los niños,
tómbolas, y más cosas por el estilo.
Picamos algo por los diferentes puestos callejeros y tras
recorrernos todo el mercado, cogimos nuestras bicicletas y regresamos a la
ciudad. Ya solo nos faltaba una cosa por hacer...
Fuimos a ver el último templo que nos quedaba por ver, fotografiado por sus atardeceres. Disfrutamos de la puesta de sol y volvimos a la habitación para descansar no sin antes pasarnos por un 7-eleven para comprar nuestros fideos favoritos.
Fuimos a ver el último templo que nos quedaba por ver, fotografiado por sus atardeceres. Disfrutamos de la puesta de sol y volvimos a la habitación para descansar no sin antes pasarnos por un 7-eleven para comprar nuestros fideos favoritos.
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